miércoles, 7 de marzo de 2007

Historia

- HISTORIA DE NUESTRA VIDA EN ROMA-

Una mañana del mes de octubre, Juan, nuestro mejor amigo, nos invitó a viajar al pasado a la ciudad de Roma. Cuando llegamos a su casa, nos montamos en aquel extraño aparato. A principio no nos creíamos nada, pero de repente aparecimos allí, rodeados de un montón de personas que vestían de una forma diferente a la nuestra, llevaban togas y distintos vestidos, nadie nos había visto aun, pero decidimos escondernos rápidamente detrás de un matorral, entonces fue cuando empezamos a darnos cuenta de que la maquina de Juan funcionaba, y que no era ninguna de sus bromas.
Teníamos que vestir con su mismas vestimentas y dispusimos de ir a buscarla, tal fue nuestra suerte que vimos ropa tendida en una de las casas e Ignacio las cogió sin pensarlo dos veces. Después de ponérnosla, empezamos a dar un paseo por las calles para ver su forma de vivir además de sus costumbres, al escucharlos hablar nos dimos cuenta de que tenían nombres muy diferentes a los nuestros y decidimos cambiarnos nuestro nombre durante la estancia allí, Ignacio estuvo meditando durante un rato y decidió ponerse Titus, Bárbara Numeria y Paula Gaia.
En ese momento, nos entró hambre y pensamos en ir a algún lugar para comer algo. Nosotros no teníamos dinero, entonces pensamos en cazar un jabalí, ya que en ese momento vimos a unos cuantos merodeando por allí.
Después de comérnoslo y descansar durante un rato a la sombra de un enorme árbol.
Estábamos preparados para ir a conocer a las personas de esta ciudad y observar sus costumbres y su comportamiento. Íbamos paseando por una de las calles cuando de repente empezamos a hablar con un hombre que en ese momento pasaba por allí, le preguntamos que a qué se dedicaba y nos contó que era un esclavo de un señor rico y además de esto se dedicaba a la agricultura, nos quedamos un poco entristecidos cuando nos contó que su mujer y su hija eran otras dos esclavas mas de otro de los señores mas importantes de la comarca y que eran vendidas por su interés, estuvimos con él un rato y después seguimos con nuestro paseo. Cuándo de repente empezamos a oír mucho escándalo, miramos hacia atrás y cual fue nuestra sorpresa al ver un enorme coliseo.
Pensamos en acercarnos así aprenderíamos muchas mas cosas sobre aquello. Entramos y vimos a miles de personas gritando y aclamando a los gladiadores que se situaban en la parte central del coliseo, allí se encontraban ellos apunto de pelear con enormes leones que estaban encerrados en unas gigantescas jaulas. Allí sentados conocimos a otro hombre que nos vio un poco perdido y comenzó a explicarnos que la corte imperial se situaba en la grada más baja, detrás de ellos las familias aristocráticas y el próximo juego de asiento era ocupado por los plebeyos, y seguidos de estos las mujeres ocupaban la cima aunque muy pocas mujeres estaban en el evento. Aquello era enorme e impresionante, disponía de 465 pies de largo, 386 pies de ancho y 118 pies de estatura, el hombre nos explicó que aproximadamente que esas serian las medidas y además de eso también nos dijo que a los gladiadores se les diferenciaban por diferentes características ; Los Andabatae se les conocían por su casco sin aberturas para los ojos. Los Equites iban a caballo o en carroza (aurigas), por lo que solían luchar entre ellos. Los Hoplomacus portaban tiras de cuero en muchas partes del cuerpo (tobillos, muñecas, rodillas) y una especia de “slip” para proteger de la visión sus partes más íntimas. Luchaban con grandes escudos, casco con visera y cimeras. Los Mirmos provenían la mayoría de La Galia (actual Francia) y se caracterizaban por llegar en su casco un dibujo de un pez (en latín- Myrmo). Su indumentaria se basaba exclusivamente en un largo escudo rectangular y armas de procedencia gala. Los Reciarius no llevaban protección ni en la cara ni en la cabeza y tan solo portaban una túnica con un cinturón ancho de cuero, un tridente, un puñal y un red.Los Retiraii- portaban red, un largo tridente y un puñal y eran conocidos por no llevar casi nada encima. Solían luchar contra los Secutors. Los Secutors portaban espada, escudo, casco con visera y una espada. Tenían fama de ser muy valientes y de ganar en muchos encuentros gracias a su agilidad de sus movimientos.Los Samnita: eran conocidos por los grandes escudos ornamentados que llevaban en el pecho, sus cascos con crestas y aletas. Utilizaban una espada corta y recta, además de un pequeño escudo,Los Tracius debían su nombre a sus largas espadas. Portaban tridente o espada corta, escudo cuadrado pero no casco. Sus piernas estaban protegidas.
Estuvimos allí durante un largo periodo de tiempo, hasta que empezó a anochecer, que fue entonces cuando tuvimos que ir pensando donde íbamos a pasar la noche.
Preguntamos donde podíamos dormir a un señor que en ese momento pasaba por allí. El nos preguntó que de donde veníamos, y después de estar con el durante un rato nos dijo que el tenía una posada donde podíamos pasar allí las noches. Nosotros muy agradecidos dormimos allí, el lugar era muy acogedor y tenía buena comida, la gente que permanecía allí eran muy agradables y generosos. Nos hicimos amigos de un niño que era el hijo del hombre que nos dio posada, y fue él que nos llevó a conocer un poco de Roma.
A la mañana siguiente fuimos a conocer las distintas costumbres de esa zona con ayuda del hijo del posadero, llamado Numerius, este tenía 17 años y era culto y educado.
Nos llevó por las zonas de más prestigio en Roma, la cual vivían personas de alto poder.
Allí podíamos observar que las casa era diferentes a las de menor rango social, además de tener zonas verdes a su alrededor y de tener las calles más limpias que en las otras ya vistas por nosotros.
A lo largo de nuestro camino, junto a una pequeña casa salió una mujer gritando que alguien había fallecido, los gritos y añorancias de las familias lo podíamos escuchar con facilidad, la mujer era grande y robusta, vestía con una un toga de color blanca y transparente, diferente a la de la población más pobre, su cabello era dorado y lo tenia peinado con hermosas flores.
Acudimos al entierro y nos llamó mucho la atención que cuando metieron al difunto en el ataúd y lo introdujeron bajo tierra colocaban una piedra grande y pesada sobre su tapa, antes de cubrirlo con la tierra, Cerrado ya el sepulcro, se colocaba en él otra piedra todavía mayor, esto aseguraba la protección del muerto, nos contó detalladamente Numerius. Acabada la ceremonia todos se volvieron a sus respectivos aposentos y nosotros, regresamos a la posada. Pasamos en ella toda la tarde descansando y recordando todo lo que habíamos vivido durante estos 2 días.
A la mañana siguiente, nos despertamos por el bullicio de la gente que pasaban por allí, nos asomamos en la ventana y pudimos ver que El César estaba caminando por la calle, la melodía de los diferentes instrumentos los teníamos metidos en nuestros tímpanos.
El paseo duró una hora y media… alucinamos con cada una de las cosas que observamos; las vestimentas de los soldados, el admirado y prestigioso César, y la admiración que la gente mostraba hacia él. Pasado un rato nos unimos a la gran multitud que le seguía y fue un rato bastante lúdico y especial, ya que nunca habíamos tenido antes una experiencia igual.
De repente alguien dijo:
-¡muerte al César!
Todo el mundo empezó a gritar que le mataran y abuchearle, y salieron una serie de soldados, empezaron a perseguirle con intención de matarle.
En ese momento empezaron a llegar un grupo de personas con armas, podíamos ver que de alto rango social, por su vestimenta, y su forma de ser, y nos preguntaron que de donde procedíamos y qué estábamos haciendo allí. Nosotros nos quedamos sin palabras y fue entonces cuando salió un hombre y dijo que éramos familia suya. Gracias a él, no nos desterraron ni nos llevaron tampoco al calabozo, cuando nos dimos que era el posadero y su hijo, Numerio.
Cuando regresamos a la posada le agradecimos a él todo lo que había hecho por nosotros, y además se había puesto en peligro…El nos dijo:
-Yo soy así con todas las personas que me caigan bien, y no me tenéis que agradecer nada, me siento a gusto siendo de esta manera.
Nosotros después de eso, empezamos a visitar diferentes pueblos cercanos a Roma, y a preguntar a algunos aldeanos cual eran sus más preciadas costumbres, e intereses.
Pasamos allí la mayoría de la tarde y después de merendar, nos dirigimos hacia Roma.
Era de noche, y preferimos ir por el bosque en vez del carril, ya que era mas peligroso por si se introducía algún bárbaro en nuestra región.
Una vez llegamos allí nos dirigimos por la calle principal hacia nuestra posada.
De repente nos salió un grupo de bandidos que nos habían perseguido desde el bosque:
-¡Alto!-nos gritó uno de ellos; era una persona bastante joven y agresiva, además insolente.
Nosotros nos paramos y les dijimos que no teníamos nada que darle.
Ellos nos acorralaron y nos quitaron el poco dinero que habíamos podido conseguir.
No vimos agobiados por la situación que estábamos viviendo y decidimos regresar a nuestra casa. Ya que ya, habíamos investigado sobre la antigua Roma y sus costumbres.
Volvimos a la posada donde Titus tenía preparado el aparato para poder volver a nuestras casas.
Una vez allí cerramos los ojos y. . . . . . . . . . . .¡¡¡PuM!!
Una enorme explosión se escucho en parte de la ciudad, pero cuando los soldados vinieron a nuestra habitación para ver que era lo que había ocurrido, nosotros ya estábamos en nuestras casas, sanos y salvos.
Después de este maravillosa experiencia no solo aprendimos las costumbres de otras culturas y otra época sino también a convivir con ellos. Será una experiencia inolvidable.

jueves, 22 de febrero de 2007

·Calendario·



El calendario:

El primitivo calendario romano fijaba la duración de los meses en 29 días, 12 horas y 44 minutos con meses lunares de 29 o 30 días. El mes era la fracción mayor, y el día la menor, aunque después se dividió en horas. Los romanos consideraban que el día se iniciaba a medianoche. primavera (en el mes dedicado al dios de la guerra Marte, o sea el mes
martius = 'marzo'), luego seguía el mes que se abre (aprilis = 'abril'), el del crecimiento (maius = 'mayo') y el del florecimiento (junius = junio). Luego los meses seguían por orden del quinto al décimo: quintilis (julio), sextilis (agosto), september (septiembre), october (octubre), november (noviembre) y december (diciembre); seguía el mes de apertura de los trabajos agrícolas (januarius = enero) y el mes de las purificaciones (februarius = febrero). Si se añadía otro mes, este no tenía nombre pero se le llamaba mercedonius por estar consagrado a la paga.

·Medicina·

Medicina:

En los primeros tiempos la medicina romana era medio magia, medio religión. Todo se confiaba a la protección de múliples dioses especialistas (Febris, Uterina, Lucina, etc. presididos por la diosa Salus) y también misteriosos ensalmos

·Religión·

La religión:

La religión romana refleja los mismos elementos procedentes de otras civilizaciones que el resto de sus manifestaciones culturales. La religión griega, sobre todo, desempeñó un papel fundamental en la creación del panteón romano.
Durante la Monarquía y en los primeros tiempos de la República, los dioses estaban directamente relacionados con las actividades agrícolas y la vida doméstica.
Los romanos veneraban a los números o espíritus de la naturaleza, a los manes o espíritus de los antepasados, a los lares o espíritus del hogar y a los penates o espíritus de la vida y de las provisiones.
La religión romana tuvo un carácter práctico que se tradujo a la creación de un tipo especial de sacerdotes, los augures, encargados de interpretar determinados signos para tomar decisiones relacionadas con la vida pública.

·Vestimenta·

Vestimenta:

En Roma la vestimenta distinguía y diferenciaba a las clases sociales. Por ejemplo, solo los senadores romanos usaban el calceus, zapato propio de esta casta. A pesar de las similitudes entre griegos y romanos estos últimos tenían una gran característica: la ropa tenía un profundo significado político. Los jóvenes al cumplir 21 años usaban sobre la túnica, la toga, amplio manto de lana o hilo, símbolo del hombre libre. En la toga se colgaban los distintivos del grado político que el ciudadano adquiría a los largo de su trayectoria. Las mujeres romanas, como las griegas del período clásico, usaban una túnica y un amplio manto rectangular conocido como palla. La túnica o stola fue el reflejo de las influencias etruscas (sencillez en las líneas y en los colores). Más tarde el contacto de ésta civilización con culturas orientales y el crecimiento del concepto de la elegancia fueron modificando el atuendo. Las túnicas se confeccionaron con telas más suaves y ligeras, de colores más variados e intensos. Este hito sucedió también con la ropa masculina después de la caída del Imperio Romano de Occidente, donde las influencias bizantinas entraron marcando la elegancia en las togas y túnicas. Bordados de oro y piedras preciosas adornaron las elegantes y refinadas telas que caían en profundos pliegues. Sin embargo, el vestuario romano popular casi no varió. Ellos siguieron vistiendo la túnica tosca y la capa con gorro de lana en invierno y de algodón en verano.

·Comidas·

Comidas:

Los textos antiguos hablan de tres comidas en un día romano. En primer lugar, estaba el ientaculum que era el almuerzo o lo que el niño llevaba para comer en la escuela. En todo caso, era una comida ligera. La segunda era el prandium que coincidiría con un tentempié actual. Se tomaba a la hora VII (mediodía solar) y ni se precisaba sentarse ni lavarse las manos.
La tercera comida era la cena, pero que más bien corresponde a la comida en el sentido actual, no solo por la hora (VIII en el invierno, las 12.44 hora solar; IX en el verano, las 14.31 hora solar), sino por su abundancia.

Se distinguían 3 partes:

--> Gustus o gustatio que consistía en tomar unos entremeses. Bebían mulsum (vino con miel).
--> Cena propiamente dicha: carne y pescado de varios tipos, según la economía. Bebían vino.
--> Secundae mensae (postres).

·Matrimonio y divorcio·

El matrimonio:

Los miembros de la aristocracia romana eran los que hacían de su enlace un compromiso más social, de ahí la cantidad de invitados en los banquetes, no obstante en las familias menos pudientes no necesariamente se hacía obligatoria la celebración pues no representaban más que la unión de dos personas con carácter íntimo, era el matrimonio de los importantes los que representaban un acto de unión entre familias principalmente por motivos de interés económico o político. Ahora encontraréis muchas similitudes entre nuestro rito y el antiguo romano, el por qué viene dado a que el cristianismo tuvo que adaptar las costumbres del momento debido al carácter de nueva religión pues no hay en los documentos cristianos ninguna explicación de como debía realizarse el sacramento del matrimonio.
Después de la pedida de mano, y fijándose una fecha, la novia se vestía de acuerdo con la tradición: una túnica blanca cubría su cuerpo, atado llevaba un cinturón de doble nudo y sobre esta túnica, una sobrepuesta de color azafrán. El pelo se recogía mediante moños y trenzados y sobre su cabeza se ponía un velo de color anaranjado, y sobre éste una corona de flores que podían ser las del naranjo o una corona de metal. Era acompañada por la familia al lugar de celebración y ambos cónyuges solicitaban los auspicios de un augur, que podía ser alguien de la misma familia, que sacrificaba un cerdo, un ternero o un buey, según las posibilidades.
Después de que el augur hiciera lectura de los auspicios, los novios decían: "UBI TU, (nombre cónyuge), EGO (nombre cónyuge)", que es similar a nuestro "Te tomo a ti......, yo ......", después se hacían entrega de los anillos que eran o bien bañados en oro, o bien completamente de ese metal en las familias más adineradas, colocándose en el dedo anular debido a que es en este dedo donde hay un nervio que va directamente al corazón. A continuación hacían un convite hasta altas horas de la madrugada, los novios a las 12 de la noche ya se iban a su nueva casa seguidos de una comitiva de amigos que cantaban por las calles canciones picantes y divertidas y precedidos por una persona con una antorcha que iluminaba el camino, los niños tiraban a los novios nueces que al rebotar sobre la piedra del asfaltado producían gran estruendo (de aquí deriva nuestra tradición de tirar arroz), y al llegar a la puerta de la nueva casa, los padrinos de la boda cogían a la novia en brazos para atravesar el umbral. Las amigas de la novia subían hasta la alcoba donde estaba esperando el novio, y quitaba a la novia el velo, la túnica azafrán y el cinturón, a partir de ahí se les dejaba solos.


El divorcio:

Fue durante la época imperial cuando el divorcio se convirtió en el pan de cada día, no es raro ver a mujeres y hombres casados hasta en 8 ocasiones, y aunque si bien no era muy bien visto por la sociedad romana, sí que era usual, debido en parte a las leyes que ofrecían igualdad de posibilidades tanto al hombre como a la mujer. Una infidelidad, la ausencia del esposo, o la malversación de la economía familiar podían ser causas de divorcio y todo ello hizo que la vida familiar romana sufriera una desestabilización. También la esterilidad podía ser causa de separación, pero se han encontrado escritos donde se critica esa actitud, puesto que la legitimidad de la adopción dejaba abierta la posibilidad de tener hijos a quién dejar como herederos.
cuando uno de los dos esposos deseaba divorciarse (podía ser el hombre o la mujer), no existía burocracia como la actual, puesto que nada figuraba en documento alguno. Únicamente en el caso que fuera necesaria la mediación judicial, podían ser llamados los asistentes a la boda para dar fe que esta se había realizado y por lo tanto que ambos se encontraban casados. Esa facilidad en desposarse permitía encontrar casos en los que hombres que regresaban de la guerra después de largos años se encontraban que sus mujeres se habían vuelto a casar y por lo tanto se habían divorciado de ellos, todo esto en la más absoluta legalidad. Tanta afición se tenía al divorcio que numerosos hombres ilustres y emperadores tuvieron varias esposas adoptando como herederos a los hijos de su mujer, este es el caso por ejemplo del divino emperador Augusto, que casándose de segundas nupcias con Livia adoptó a Tiberio y los proclamó por presión de su esposa sucesor del imperio, no sólo la liberación de la mujer causó fisuras en la familia, sino que éstas se negaban a tener hijos (en época imperial) en pro de ampliar conocimientos y declararse libres frente a las ataduras del matrimonio convencional, no era raro encontrar mujeres apoyando ciertas doctrinas políticas en los banquetes, hablando de filosofía o impartiendo criterios personales sobre literatura. Mujeres luchando como gladiadores, mujeres en el deporte, mujeres al fin y al cabo liberadas como en nuestros días, pero criticadas por los personajes más conservadores que las veían como una amenaza al buen gusto y al modus vivendi de la Roma más arcaica ya que en los inicios de la Roma republicana y hasta el siglo II d.c. la pareja matrimonial aristocrática es simplemente un pacto de cordialidad, respeto y amistad, un vínculo que no exigía amar al esposo (excepto en algunos casos, los menos) y ello reportaba que ambos conocían de la necesidad de perpetuar el estatus de ambas familias. Eran los padres de ambos los que pactaban el matrimonio cuando estaban en edad de prometerse. La hija pasaba a residir en la casa de futuro suegro y se ponía bajo su tutela, así mismo el padre de la novia entregaba una dote, algunas de ellas de gran importancia. Hombres como el mismísimo Julio César se casó 3 veces, con la hija de Cinna con la que estaba prometido cuando ésta era aún una niña y con la que tuvo una hija, con Pompeya de quién se divorció por mancillar su buen nombre, y con Octavia, quién le procuró una relación estable y digna de su status de dictator. El propio Julio entregó a su hija Julia a Pompeyo Magno, para afianzar su triunvirato político, y fue a la muerte prematura de ésta cuando Pompeyo se desmarcó de César iniciándose un periodo de tensión que acabaría en Guerra Civil. Con ello, se explica la importancia de los matrimonios de interés y las consecuencias políticas para los hombres ilustres de la sociedad romana.

En referencia a las relaciones sexuales, éstas eran consumadas con el fin exclusivo de dar nuevos herederos y nuevos ciudadanos, éste era un deber para con Roma, el placer no era un requisito propio de los esposos, porque no era ese el fin. Se sabe que muchas mujeres llegaron a vender su cuerpo a amantes, y digo vender porque el amante ofrecía cantidades de dinero importantes, sin ser consideradas estas prostitutas, este dinero era considerado un regalo por los servicios prestados, de la misma manera los hombres satisfacían sus deseos sexuales con otras amantes, posiblemente esposas de amigos o compañeros. Este hecho, no es aislado, mucho se escribió sobre la ligereza con la que ejercía la prostitución la mujer del emperador Claudio en los lupanares de Roma. No obstante aunque no es extraño, no por ello está bien visto en la Roma de la época ni por el lado masculino ni por el femenino. La infidelidad era sabida pero no aceptada en las gentes de bien, por ello una sociedad que vive de la apariencia ocultaba sus deslices con concubinas, libertas o esclavas de quienes tenían hijos pero de los que no se hacían cargo ni eran reconocidos. La homosexualidad era otro de los aspectos que se conocían pero que se ignoraban, esclavos jóvenes con aspecto femenino eran los encargados de ofrecer placer a su señor hasta que éste repudiaba sus servicios o compraba otro.
Así pues, Roma era una sociedad abierta a un libertinaje inusual en la época que perjudicó el estamento familiar, pero hay que reconocerle una gran amplitud de miras respecto a los derechos individuales de hombres y mujeres, dejando que fueran libres de su propio destino.